Pedimos sacar los refrescos de las escuelas

 

Apoyan desde madres de familia hasta autoridades escolares

16 octubre 2009. En el marco del Día Mundial de la Alimentación, El Poder del Consumidor acudió a la oficina del secretario de Educación Pública, Alfonso Lujambio, para pedirle que saque los refrescos y la comida chatarra de las escuelas, y deje de ser corresponsable de la epidemia de sobrepeso y obesidad que padecen los mexicanos. Nuestra petición fue acompañada de las “Recomendaciones sobre el consumo de bebidas para una vida saludable», elaboradas por la Secretaría de Salud, las cuales aconsejan no beber refrescos.

En el acto también participaron madres de familia, nutriólogos y autoridades escolares. Frinné Ivonne Ramírez Colmenares, inspectora de la Zona Escolar 30 del DF, señaló: «La escuela sí puede brindar comida saludable, en la cooperativa y en los comedores. Sólo hace falta voluntad de la sociedad, desde el secretario hasta los padres de familia, pasando por inspectores y maestros».

Por su parte, Rodolfo Ibarra Sánchez, de Apoyo Técnico en la misma zona escolar, lamentó: «Privan los intereses económicos en las cooperativas escolares, por encima de la salud de los niños».

La señora Mónica Palomo Mendoza, que pasaba por este sitio, comentó que en la secundaria diurna 40 sólo venden refrescos, gorditas, pastes y comida chatarra. Que su hija comenzó a padecer mareos frecuentes y los doctores indicaron que era debido a la mala alimentación y a falta de agua. Añadió que en ese plantel varias niñas han enfermado de los riñones.

Señor secretario: actúe

En una carta dirigida al secretario Lujambio, El Poder del Consumidor señaló:

“Las recomendaciones de la Secretaría de Salud fueron elaboradas debido a la grave epidemia de sobrepeso y obesidad que sufre la población mexicana y que tiene una de sus principales causas en el excesivo consumo de calorías a través de bebidas, el más alto por persona en el mundo. Es importante destacar que el mayor incremento en el consumo de bebidas con altas concentraciones de calorías se ha dado entre los escolares, quienes en el periodo de 1999 a 2006 incrementaron en más de 100% el consumo de este tipo de bebidas.

“El Instituto Nacional de Salud Pública, tras años de estudios realizados en escuelas públicas, ha concluido que estos planteles se han convertido en ambientes obesigénicos, es decir, en ambientes que promueven la obesidad. Entre las circunstancias que propician lo anterior están la ausencia de agua potable de acceso gratuito y la venta de refrescos y comida chatarra. Al tolerar esta situación, la Secretaría de Educación Pública tiene una gran responsabilidad en la epidemia de sobrepeso y obesidad.

“Demandamos a la Secretaría de Educación Pública que, en cumplimiento de sus obligaciones, retire las bebidas altamente calóricas de las escuelas así como la comida con altas concentraciones de grasas, azúcar y/o sal, en estricto apego a las recomendaciones de la Secretaría de Salud, que concuerdan con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de los expertos nacionales y extranjeros en esta materia”.

Cabe recordar que la anterior secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, no solo ignoró estas recomendaciones sino que incluso entregó las escuelas públicas a las empresas Pepsico y Coca Cola, con sus programas “Vive Saludable” y “Movimiento Bienestar”, respectivamente.

Para establecer la dimensión de la epidemia de obesidad (el mayor problema de salud pública del país, según la Secretaría de Salud) y comprender la responsabilidad de la SEP, conviene recordar los siguientes datos:

México ocupa el segundo lugar mundial en sobrepeso y obesidad y es el país que vive el crecimiento más rápido de este problema;
México ocupa el primer lugar en sobrepeso y obesidad infantil;
el costo del sobrepeso y la obesidad entre 2000 y 2008 ascendió a más de 144 mil millones de pesos;
los mexicanos somos la población con la mayor ingesta de calorías en bebidas;
el consumo de refrescos se incrementó 40% (y llegó a 60% entre las familias más pobres) en sólo 14 años;
los escolares incrementaron en más del doble su consumo de bebidas azucaradas en apenas 7 años.