Big food (la gran industria de alimentos y refrescos)

20 junio, 2013 | : Salud, Salud nutricional

• La gran industria de alimentos es la mayor amenaza para enfrentar las enfermedades crónicas no trasmisibles, como la obesidad y la diabetes, en el mundo.
• Los esfuerzos de salud pública para combatir las enfermedades no transmisibles tienen que ir en contra del interés de la gran industria de alimentos, la gran industria del refresco y a la gran industria del alcohol, y no es sólo la gran industria del tabaco.
• Estas industrias temen a la regulación y se protegen a sí mismas utilizando las mismas tácticas: establecer acuerdos de colaboración con los gobiernos, promover funcionarios a puestos claves, cabildear a los legisladores, fondear a investigadores para realizar estudios a modo, aliarse con los medios de comunicación, etcétera.

20 junio 2013. Hace unos días, inaugurando la Octava Conferencia Global de Promoción a la Salud realizada en Finlandia, la directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la doctora Margaret Chan, pronunció un discurso histórico al señalar que la mayor amenaza para enfrentar las enfermedades crónicas no trasmisibles en el mundo es la gran industria de alimentos.

Las más reconocidas publicaciones científicas venían denunciando la interferencia de estas empresas trasnacionales contra las políticas de salud pública, en especial contra las políticas regulatorias para combatir la obesidad.

Lo han hecho The Journal of Public Health, The Lancet y PLO, entre otras.

La OMS, bajo presiones de varios gobiernos, había evitado tratar el tema, sin embargo, la evidencia y las tendencias globales de estas enfermedades obligan a enfrentar estos intereses.

La doctora Chan señaló cómo en los 80 se hablaba de la necesidad de colaboración multisectorial para emprender las políticas de salud sin enfrentar el tema de conflicto de interés. El tema central ahora es la crítica a que las empresas colaboren con el gobierno en la definición de las políticas públicas de salud.

Ha quedado muy claro que no sólo a través de la colaboración en la elaboración de las políticas, sino también cuando las empresas realizan acuerdos de otro tipo de colaboración con los gobiernos van comprando sus voluntades.

La doctora Birmingham, representante de la Organización Panamericana de la Salud, durante su intervención en la presentación del documento realizado por la Academia Nacional de Medicina “Obesidad en México: recomendaciones para una política de Estado”, pidió a los gobiernos no ceder ante las empresas cuando estas les vienen a ofrecer su colaboración a través de programas de activación física, ya que a través de estas colaboraciones compraban sus voluntades.

Las primeras acciones internacionales para evitar la influencia de las grandes corporaciones en las políticas públicas se dieron contra las empresas productoras de sucedáneos de leche materna, que a través de sus prácticas publicitarias, de comercialización, de relaciones con hospitales y profesionales de las salud, estaban provocando una caída dramática de la lactancia materna, lo que estaba provocando, entre otras cosas, el incremento de la mortalidad infantil en varias naciones en desarrollo.

Posteriormente llegaron los acuerdos internacionales para regular la publicidad y mercadeo del tabaco, impulsando medidas fiscales, estableciendo áreas libres de humo de tabaco, etc.

En estos casos, los acuerdos internacionales establecieron como primer punto que estas empresas deberían ser excluidas totalmente de los procesos de elaboración de las políticas en salud y que los gobiernos no deberían de tener ningún tipo de colaboración con estas empresas.

La doctora Chan, en su discurso de Finlandia, por primera vez ha señalado que los esfuerzos para combatir las enfermedades no transmisibles tienen que ir en contra del interés de la gran industria de alimentos, señalando que este es uno de los mayores retos para la promoción a la salud.

Declaró que ya no es sólo la gran industria del tabaco, ahora la salud pública necesita contener, enfrentar a la gran industria de los alimentos, a la gran industria del refresco y a la gran industria del alcohol.

Todas estas industrias le temen a la regulación y se protegen a sí mismas utilizando las mismas tácticas: promover funcionarios a puestos claves, cabildear a los legisladores, fondear a investigadores para realizar estudios a modo, aliarse con los medios de comunicación, etcétera.

Existen buenos trabajos académicos que han estudiado a fondo estas tácticas de la industria.

Estas tácticas las conocemos bien en México: promover funcionarios públicos afines a sus intereses (como la promoción por parte de ConMéxico del ex Secretario de Salud, Salomón Chestorvisky, y otros funcionarios de salud que aún colaboran en esta dependencia); influir en el gobierno a través de sus mejores aliados (como lo hizo el ex Secretario de Economía, Bruno Ferrari, y la Cofemer contra los lineamientos en las escuelas); promover la autorregulación controlada por las mismas empresas y que en nada cambian la situación (autorregulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia, conocido como el código PABI); apoyar “asociaciones civiles” para que se pronuncien en contra de las políticas promovidas en contra de sus intereses (como la Federación Mexicana de Diabetes pronunciándose en contra de la propuesta de impuesto al refresco); y cabildeo intenso a todos los niveles y con millones de pesos de apoyo.

Las tácticas también incluyen: regalos, viajes, becas, patrocinio de eventos a asociaciones profesionales, pagos de estudios a instituciones de investigación, contribuciones a causas nobles que les permita ser vistas como honorables frente a la opinión pública, incluyendo los argumentos que ponen la responsabilidad del daño en las acciones individuales y hacen ver a las regulaciones de los gobiernos como una amenaza a la libertad personal y la libre elección.

La doctora Chan comentó: “El poder del mercado fácilmente se traduce en poder político. Muy pocos gobiernos priorizan a la población sobre las grandes industrias. Así como hemos aprendido de la experiencia contra la industria del tabaco, una corporación poderosa le puede vender al público prácticamente lo que sea”.

Y expresó: “Estoy muy consternada por dos tendencias recientes: la primera es referente a los tratados de comercio. Aquellos gobiernos que están tomando acción para proteger a su población están siendo demandados, llevados a las cortes de justicia y ser retados al litigio. Esto es peligroso. La segunda son los esfuerzos de la industria para evitar las políticas de salud pública y estrategias que afecten a sus productos. Cuando la industria está involucrada en la toma de decisiones, tengan por seguro que la mayoría de las regulaciones efectivas serán minimizadas y dejadas fuera por completo. Esto también está muy bien documentado, y es peligroso”.

El contexto sirve para preguntarse: ¿Qué tanto la industria ha sido consultada en la anunciada Estrategia Nacional contra el Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes que el gobierno de la República de peña Nieto presentará próximamente? Esto a nivel federal.

A nivel local: ¿A dónde llegará el gobierno de Mancera en la Ciudad de México, teniendo sentado a la mesa de su Consejo para la Prevención y la Atención Integral de la Obesidad y los Trastornos Alimenticios a diversas empresas, una de ellas Coca-Cola?

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Artículo de Alejandro Calvillo, Director de El Poder del Consumidor, publicado en SinEmbargo.mx > ir

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